Thursday, July 23, 2009

Lo que nos hizo y nos hace el tiempo

Significados Invisibles cumplió 4 años el pasado 12 de julio. Me puse a hacer cuentas y balances al respecto. 4 años serían aproximadamente 208 semanas. Este es el post número 98, o sea que voy a un promedio de un post cada 2 semanas. No tan mal, después de todo.

El asunto de hoy es el TIEMPO. Este 2009 está difícil y venía tropezando a cada instante cuando desemboque en el 2 de julio. Ese día, a primera hora de la mañana, me enteré que la gripe A me dejaba sin Rojas (¡2 años y chirolas de camino!) y sin escuelas. De ahí en más me dedique a leer (Los Ojos – Fernando García, EXCELENTE; La Divina Oquedad – Rodrigo Terranova; Indecentemente Cursi – Carochinaski) a escribir para este blog (¡corriendo al post Nº 100!) y ver películas (la más bonita: Be Kind Rewind de Michel Gondry).

Como una obsesión, el paso del tiempo es la clave que recorre estas diversas narraciones. El tiempo de la historia y ese tierno reloj interno. Lo social y lo personal. El contraste de esas narraciones de años, incluso eras, que era característica de épicas y romances del ayer, con el día a día de la actualidad. Tenía la inclinación de creer que la idea de narrar pequeñas historias más allá de la Gran Historia era un signo de estos tiempos. En realidad el pasado es fácil de dividir en grandes bloques justamente por la perspectiva que ganamos con el paso del tiempo. Yo salía narrar día a día aquellos años que hoy puedo distinguirlos como los años oscuros (’95-’98). Desde el ’99 hasta el ’01 lleve agendas, por bronca deje de hacerlo en el ’02. En el 2003 me reconcilie con mi historia. Desde el 2003 hasta hoy se volvió mi ritual de diciembre buscar la agenda para anotar todo al año siguiente.

Me resulta valiosa la puntillosa descripción de diversas mutaciones. Las temperaturas del amor, los climas de las relaciones, pensamientos, preguntas. Gente que vino y se fue, gente que se fue y ya no volverá. Todos esos años que pasaron que algunos dicen que no aparento tenerlos (¡y mi vanidad se pone contenta!) Con cada aniversario de algún evento cultural, con cada cumpleaños, el tiempo y su martilleo. No me concierne envejecer pues eso va más allá de nuestras voluntades. Pero si estoy ocupado en crecer y en eso es que nacen las cuestiones de lo que hago con el tiempo pasado y presente.

Con mayor o menor perspicacia, era el DESEO lo que recorría todas esas historias. (¡Que curioso que no mencione la música pero es que mi dealer tiene demoras y hay desabastecimiento de cds!) Como les venía diciendo, lo que alumbra este “paso del tiempo” no es tanto DONDE estoy sino COMO estoy allí, donde sea que estoy. La respuesta a esta pregunta queda abierta a discusión, día a día. Yo conmigo mismo y con ustedes. Y ese deseo, el lugar al que dirigirse, un futuro posible. Porque quizás es inevitable sentirse un poco solo, un poco perdido. A veces el desconsuelo y la desilusión son grandes. Pero eso no puede ser pretexto para no dejar nuestra marca en el aire.

Los desafíos: vivir tal cual se piensa. Ser honesto y valiente. Capaz de dudar y saber de nuestras debilidades y virtudes. Con nuestro tiempo, esa medida de lo que es imposible medir. Porque hoy ya es tarde y también es temprano. Porque es nuestro el sentido y todo el tiempo nos estamos despidiendo y todo el tiempo estamos dando la bienvenida. Porque el transcurso de todos esos instantes nos hizo algo y nos hace algo, pero también es preciso recordar lo que nosotros le hicimos y le hacemos a los instantes.

“El tiempo que pierdo es infernal. ¡Por suerte entonces lo pierdo!” Esteban Castell – Sincro (Índice Virgen, 2000)

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