Monday, November 06, 2006

Dandelion

Los Rolling Stones tienen muchas canciones lindas, principalmente en los ‘60s y ‘70s. Mi favorita por estos días primaverales es “Dandelion”. Salió como lado B de un simple que tenía en el lado A el tema “We love you”, dedicado ironicámente a la policía y su constante acecho a los muchachos allá por el año ’67. Dandelion traducido sería diente de león, una flor amarilla que crece salvaje en los baldíos y que luego se vuelve el archiconocido “panadero”. Los panaderos son flores con forma de pompa de jabón y parecen hechas de espuma, al soplarlos, si pedís un deseo, dicen, se cumple. Vaya a saber que vagos deseos pedía yo de chico mientras veía las semillas esparcirse perezosas por el aire perfumado de octubre. Sea cuales fueran, casi puedo asegurar que toda aquella dicha parece resonar graciosa en esta canción psicodélica. La psicodelia es la música mágica que resuena como la memoria onírica de los sueños infantiles. La psicodelia es una música ensoñadora, frágil. Un paisaje desajustado de ilusiones despreocupadas cuelga de tus orejas cuando el jardín colgante de estas ácidas alucinaciones empiezan a sonar. “Jugar”, “vestir”, “soplar”, “reír’, “llorar”, “hacerte sabio”: estos son algunos de los verbos que andan por la voz de Jagger, tan radiante como en “Citadel”. Arreglos hermosos, el final con “We love you” sonando de fondo. El tono desafiante del estribillo, esa permanente atmósfera “planeadora” (ah, aquel adjetivo psicodélico de crítico español de rock en los ‘80s). Brillando con la misma alegría que “Apples and oranges” de Pink Floyd, en casi cuatro minutos uno parece sentir que se subió a un viaje de horas.
Dandelion también fue el nombre de un pequeño sello discográfico que en los ‘70s puso en marcha el legendario DJ John Peel, fallecido hace poco tiempo. Este sello editó discos de Medicine Head, Tractor, Siren, Stackwaddy, Kevin Coyne, Lol Coxhill entre otros. Duró poco porque así lo quisieron sus dueños. Yo tengo el cd de Tractor (banda que también se llamaba The Way We Live), en el booklet trae la historia del sello y la receta para hacer Vino de Diente de León. Varias veces estuve tentado a hacerlo, pero lleva varias cosas que nunca averigue si son fáciles de conseguir o no. Otra contra es que hay que darle 15 meses de reposo luego de la fermentación para recién tomarlo. Con mi nula experiencia en esos menesteres, ya me veo a mi mismo en el futuro probando Vinagre de Diente de León.
A todo esto: ¿con que objeto escribir sobre una canción y un sello desconocidos? Bueno, es fácil: en primer lugar porque tenía ganas de hacerlo, como homenaje a la psicodelia. También para presentar algunos observaciones (quizás pálidas, creo que necesarias además) sobre un pasado que nunca terminan de contarnos bien. Como siempre, predomina la prepotencia de la misma vieja historia tantas veces contada que pisotea aquellas otras pequeñas historias, perdidas en el olvido. Se me ocurre pensar en aquella pregunta filosófica: si una ventana se rompe en el medio de un bosque y nadie la vio ni escucho reomperse ¿de veras está rota? Necesito guardar ese espacio de goce en mi mente en donde sabemos que la ventana está rota aun sin atestiguar el hecho y compartir ese espacio con muchos otros que sabemos que tenemos en nuestras manos un mundo de posibilidades. Un camino de autodeterminación tal vez en conflicto con el totalitarismo de la Unica Posibilidad Realizable. Esa hegemonia falsa y tramposa que va a decir que cada uno de nosotros es una ventana rota que nunca nadie vio ni escucho romperse.

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