Tuesday, March 14, 2006

1976-2006 30 años, algunas observaciones

En 1976, un grupo de asesinos tomó el poder y llevó a cabo un proceso preciso, sistemático, de persecusiones en total ilegalidad. Peor aún, convirtieron la locura en algo legal con el apoyo tácito de la gran mayoría de los ciudadanos que, en su momento, creyeron conveniente y necesario implantar orden en un país agitado por la guerilla pero tardó mucho tiempo en darse cuenta que es nuevo “orden” tenía olor a cadavéres. Pero, por favor, primero voy a situarme en espacio y tiempo. Yo tenía 1 año por aquel entonces, recién llegó la democracia para cuando tenía 9 años, muchos podrían sentirse seguros de desacreditar mi opinión por estos datos, pero con ese endeble argumento todos nos veríamos incapacitados de señalar actos aberrantes del pasado por el simple hecho de que pasaron cuando aun no habíamos nacido. Personalmente, creo que exigirle al prójimo un grado de coraje que yo no tengo es un error. Lo que me indigna es que el hecho de huir a esconderse se denomine con el mote de “oposición” o “resistencia”, aunque también es un facilismo juzgar esta actitud como “colaboracionismo”. Un sensato instinto de supervivencia los llevó a ocultarse en 1976 pero las cosas en el orden político y social ya eran graves desde al menos diez años antes. En el presente, el análisis concreto de la serie de errores graves y gravisimos de este pasado aun no se llevó a cabo en la comunidad. Nos parece que tuvimos mala suerte, que los errores son ajenos. Esta falta de responsabilidad es (fue, será) la genesis de nuestras atrocidades, llegó la hora de no mirar para otro lado en lo que a nuestras cuestiones se trata. El miserable ombliguismo de los poderosos tiñó al total de la sociedad y en el nombre de un supuesto bienestar general se instalaron gobiernos títeres que solo mejoraron el nivel de vida de muy pocos aquí y fueron siervos dóciles, obedientes, altamente eficientes, de los intereses de Estados Unidos.
30.000 desaparecidos, torturados, asesinados. Muchos exiliados. Otros tantos, en la actualidad afortunadamente vivos, pero que en aquellos días sufrieron de torturas, persecuciones, amenazas, vejaciones. La pregunta que uno se hace en el presente es ¿donde estaríamos como nación de contar con esa gente viva y en actividad hoy? Nunca lo sabremos ¿Como serían nuestros gobiernos, nuestra cultura, nuestra sociedad? Muchas conjeturas, ninguna certeza. El núcleo más doloroso de esta pasada oscuridad fue la falta de estado de derecho, la total impunidad con la que se cometieron los asesinatos. En un estado de derecho las personas son inocentes hasta que en un juicio se demuestre lo contrario, los supuestos “subversivos” hubieran merecido contar con un abogado para que los defienda. Un estado de derecho jamas considera la tortura como modo justo y racional de castigo. Aun en la pena de muerte, el estado de derecho garantiza para el condenado el contacto con sus familiares hasta el último momento y, una vez ejecutado, los familiares tienen el cuerpo para poder velarlo y sepultarlo. Exactamente lo opuesto al modus operandi del Proceso.
Con el alma amargada por tanta muerte, tanta mentira, tanta indiferencia, voy a endulzarme (y endulzarlos) con algo de rock de esos años. Un poco de aire fresco después de tanta grave seriedad. Según el libro Rock! de Eduardo de la Puente y Darío Quintana, hubo en 1976, 22 ediciones de discos bajo la denominación rock, de ellos yo escuche 9. De estos los 2 mejores son el de Invisible (El jardín de los presentes) y el de Melimelum. Si el primero es un clásico consagrado en muchas encuestas sobre lo mejor del rock nacional, el segundo es una gema olvidada. El talento de Spinetta junto a Marchi y Pomo es tan rutilante que parece enceguecernos. Hace 3 años se reeditó por primera vez en cd el único disco de Melimelum, un proyecto de Jorge Durietz, un ex Pedro y Pablo (el otro, claro, era Miguel Cantilo). Melimelum estaba compuesto por Durietz en guitarra y voz, Eduardo Figueroa en guitarra y voz, Fernando Gonzalez en flauta traversa, Micky Mitchell en batería y Daniel Russo en bajo, piano, guitarra y hacía los arreglos. Es un disco lleno de suaves melodías de folk-rock. Su aire bucólico y mágico cubre graciosamente las canciones. El único tema que no me gusta es “Para campanita”, dulce e ingenuo pero bobalicón. Los demás son exquisitos. He llorado de emoción al escuchar “En el otoño” y me conmueve sentir lo que pudo signifircarle a un pibe esta canción en el medio de aquella pesadilla. Un tibio solcito de esperanza, el abrazo de una mujer, un poco de amor ante tanto horror. La alegría incontenible de “Terrores primales, Liberiola III”, el verano gentil de “Pinamar de ayer”, el lirismo de “Matinal surgimágico”. Es extraño que un disco tan hermoso, tan espléndido, haya pasado desapercibido en 2 oportunidades, tanto ayer como hoy. Pero, por un rato, podemos dejar descansar nuestro descontento y dejarnos embriagar por la luminosa belleza de Melimelum. Y no olvidarnos que hay que pensar sin por ello dejarnos de ilusionar.

2 comments:

Anonymous said...

Hola amigo: soy eduardo figueroa, cantante y guitarrista de melimelum y
me encantó tu comentario. Melimelum fue un duo que armamos con Jorge en el 75 y luego nos juntamos con daniel, nicky y fernando. Fue una época mágica y me alegra que te haya gustado. Mi mail: edufig@arnet.com.ar
Abrazos

maco said...

Gracias por la música, Eduardo!!!