Tuesday, November 29, 2005

ESPERS (Reposando en la inquietante calma de su canción)

El tiempo es inaprehensible, solo puede rememorarse, vivirse o fugarse de el. Es ahora que escuchando a Espers quede fuera de las ordenes del tiempo para vivir otra forma de contemplar. El fuerte aroma medieval que trae este disco obliga a mis orejas a cambiar de tono. En los nombres de las canciones, en el uso del folk, en la combinación de voces masculinas y femeninas con una delicadeza solo disponible en contados grupos (Incredible String Band, Fairport Convention, Trees), esta ligera música nos hace sentir que una frágil magia le cambio el color al aire que nos rodea. Una vertiginosa psicodelia se hace presente al final de ¨Corazones y Dagas¨, una canción de un poco más de ocho minutos y medio. Son ocho canciones suavemente desparramadas en casi 41 minutos. El cristalino sonido de gentiles guitarras acústicas, un placentero adormercimiento está empezando a hacerme soñar despierto. Sueño que cabalgo por una pradera en un mediodía florido donde tibias voces desde las sombras me llaman a jugar. Un abismo de bismo ensoñador. El tema más hermoso de este disco milagroso es ¨Hija¨. En todas las canciones parece que un dulce otoño las embelleciera aún más. Un colchon de hojas secas y lágrimas justo sobre la tierra y encima descansa la más bella dama que ví, canturreando timidamente las melodías de Espers. Sonidos de guitarras distorsionadas, violines, flautas, arpas, clavicordios, llamadores de angeles... Un refugio de calma lenta apartado de un mundo violento y ridículo. Una música así, exquisita como el primer minuto de un enamoramiento total, no puede ser olvidada. Bueno, al menos, yo no puedo olvidarla.

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